Quizá uno de los caballos de batalla, entre otros, desde que se empezó a diseñar páginas web es encontrar el equilibrio entre la estética, punto dónde entraría de lleno el genio del diseñador, y la usabilidad o facilidad de uso a la hora de navegar por el sitio web.
Este último aspecto está adquiriendo cada vez más peso a la hora de construir sitios más eficaces desde el punto de vista de usuario.
La usabilidad no solo estudia la facilidad de uso de la página, sino también los hábitos y reacciones de los usuarios frente a determinado contenido de la misma. Dónde centra su atención y por qué, que elementos de navegación resultan más atractivos, y cuáles de estos son capaces de provocar una reacción en el individuo que interacciona con el sitio.
¿Qué es la usabilidad?
Desde el punto de vista académico, y utilizando una definición general, podríamos decir que la usabilidad se refiere a la claridad y la elegancia con que se diseña la interacción con una página web.
Los resultados recogidos sobre la experiencia del usuario durante décadas ha permitido elaborar un compendio de resultados que ayudan a los profesionales a construir sitios cada vez más eficaces y atractivos desde el punto de vista del público.
En este caso casi podríamos estar hablando de una experiencia de ensayo-error, dónde, a partir de la experiencia, los estudiosos de esta técnica han ido aprendiendo de la acumulación de errores y logros de los distintos diseños.
Estaríamos hablando de un procedimiento empírico, dónde la experiencia y los resultados recopilados del trabajo efectivo son los que marcan la pauta.
Sin embargo los propósitos por los que puede construirse una página web son tantos y sus objetivos tan variados que es fácil que, en muchas ocasiones, no se disponga de datos fiables sobre la experiencia de usuario para determinado proyecto concreto.
En ese caso, aunque siempre es recomendable fijarse en la solidez de los resultados acumulados para proyectos similares, existe un elevado porcentaje de aportación intuitiva por parte del diseñador.
Diversificar riesgos, la clave del éxito
Una vez más el factor humano puede marcar la diferencia entre una página de éxito y un fracaso en forma de sitio web.
No obstante, y para evitar dejar al azar un elevado porcentaje del éxito o fracaso del proyecto, existen técnicas que permiten sondear in-situ el grado de usabilidad del la página.
Estas técnicas consisten habitualmente en la publicación simultánea de varias versiones de la página web, conservando las líneas esenciales del proyecto pero incluyendo variaciones en los distintos elementos de interacción en cuanto a su aspecto, tamaño y disposición sobre la página.
En este caso es esencial contar herramientas que midan el número y calidad de las interacciones en cada caso. De esta manera se pueden obtener resultados del grado de de aceptación de cada modelo casi instantáneamente.
Priorización, estructuras horizontales y velocidad de respuesta, algunas de las claves
En cualquier caso existen una serie de factores que pueden determinar desde ya el grado de satisfacción de los usuarios.
En primer lugar resulta obvio que es necesario poner en lugar preferente y accesible aquella información más demandada o que se desea que llegue más rápidamente a los usuarios. El hecho de destacar la información esencial es fundamental para el éxito del proyecto.
En segundo lugar es necesario limitar el número de clicks necesarios para que un usuario acceda a cualquier rincón del sitio web, evitando estructuras basadas en modelos verticales, dónde algunos capítulos se encuentren muy lejos de la landing page.
Por último es importante optimizar el diseño del sitio para que la carga del mismo resulte lo más rápida posible. Las largas esperas producto de un diseño deficiente o demasiado «pesado» suele acabar con la paciencia de los usuarios, repercutiendo negativamente en la percepción que estos tienen del sitio web.
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